1.Asume que si hablamos de un perro mayor, que suele tener menor energía y actividad que uno joven, es probable que no se muestre tan sumamente emocionado como tú con un inquieto, travieso e incansable cachorrito.
2.No olvides el consejo de la caja. Y hazlo, además, en una habitación que no sea la «favorita» de nuestro perro adulto (donde esté su cama o sus juguetes). Esto le ayudará a asumir el cambio mejor e ir acostumbrándose poco a poco al «mocoso» recién llegado.
3.La correa sigue siendo un imprescindible. Incluso en el caso de un perro joven que aún puedes coger en brazos, en el caso de los primeros encuentros.
4.Cuando los lleves a caminar juntos por primera vez trata de que el cachorro siga el ritmo y los pasos del adulto.
5.Esconde los juguetes durante los primeros encuentros entre ambos animales sin correa de por medio. De esta forma vamos a evitar que el cachorro monopolice los juguetes y esto incomode a nuestro can más adulto.
6.Debes estar atento al perro más mayor para darte cuenta de cuándo se ha cansado o empieza a molestarle el pequeño cachorro. Para ello válete de observar atentamente su lenguaje corporal. Si gruñe o muestra los dientes es hora de que retiremos inmediatamente al cachorro de escena.